Nada es eterno excepto la muerte.

Escribo esto porque es sano para mi y hacer un video sería darle demasiada importancia.

Siempre dudo de mi instinto, porque generalmente lo que creo que es instinto no lo es. Soy mala para eso, no lo suelo lograr identificar, pero hace poco me di cuenta que estaba ahí gritándome todo el tiempo. Me gritaba lo que iba a pasar, iba a perder una amistad muy preciada.

Me hice amiga de una chica sobre quien me hablaron tonterías, decidí conocerla y no me arrepentí. No nos veíamos mucho, pero a mí me hacía bastante ilusión porque me agradó increíblemente. Me proyecté full en ella de forma positiva a pesar de que no me podía quitar la desconfianza que me dejaron malas amistades. La amistad crecía lentamente, estuvo ahí cuando mi cuñada murió y en lugar de que haya reprocicidad de mi parte, ella pasó por un momento complicado que mi trauma con la muerte ajena me impidió enfrentar (soy bien pendeja). Para ese momento, un personaje que conozco hace muchos años y que por cierto no me traga (ignoro aún la razón) la conquistó con lo que presumo fue brujería (jk) porque el a ella le parecía cualquier cosa *Sigh*. Se hicieron novios y se volvieron super cercanos. Aquí entró en primer plano mi intuición, sabía que perdería su amistad.

Bien, por mis clases tengo muy poco tiempo para compartir con mis seres queridos externos a la universidad. Mi mejor amigo lo sabe muy bien, pero interactúo por RRSS como cualquier buen milenial. Intentaba expresar mi cariño y admiración hacia ella por Twitter, aún con culpa de no haber estado ahí cuando debí. Supongo que esto es un sesgo generacional que más que ayudarnos nos empeora como personas y nos vuelve inseguros al momento de solucionar las cosas en frente porque siempre es más fácil opinar, interactuar y hasta pedir perdón con una pantalla como escudo. Soy consciente de mi fallo, pero sé que si ese tipo se hubiese ido realmente a EEUU, habría logrado solucionar esta tontería.

El tiempo comenzó a pasar, yo ya vivía con mi cabeza metida en mi carrera, y cuando tenía tiempo me metía a curiosear sus redes para saber cómo estaba. En sus historias destacadas aparecía una llamada Friends, entré a revisar y me di cuenta que estaban todos menos yo. Me dolió, soy sincera, pero me dije: bueno, no es como que hubiera mucho de nosotras que poner ahí. Así que no le di demasiada importancia. Planeaba verla pronto para intentar hablar, pero no voy a negar que me temía que se interpusiera un agente externo y lo postergaba mientras pensaba en una estrategia que nunca pensé porque la arquitectura es inmensamente demandante. Entonces me fijé en que me había dejado de seguir en Instagram, segundo strike. Decidí escribirle sobre mi preocupación y le dije que quería verle para hablar y le pedí que me avisara cuando podría, a lo que ella sólo respondió con emoticones. Creí que estaba ocupada y que ya me escribiría teniendo tiempo lo cual nunca ocurrió. Seguí reaccionando y comentando sus publicaciones sobre todo en Twitter y veía como era ignorada. Mi gatito murió y comencé a sumergirme en una profunda tristeza de la que salí como se sale de cualquier duelo.

Un día reaccionó a uno de mis tweets y encontré felicidad en ese rayito de esperanza. Entonces llegó el día de hoy, le escribí para preguntar sobre una fiesta que está organizando. No recibí respuesta y hace pocas horas me percaté de que he sido bloqueada en Twitter.

Yo doy tres chances para rendirme con la gente, la tercera es la vencida literalmente. He tendido a entristecerme con estas cosas, pero en esta ocasión realmente me enojé. Quiero creer que ella no es así y que ha sido fácilmente influenciada por el fulano, pero sería otorgarle demasiado poder al pendejo ese y restarle voluntad a ella, por lo que también pienso en el resentimiento que ella podría tener o que incluso podría ser que yo resto en su vida. Como sea, está bien. Cada uno tiene derecho de terminar o conservar las relaciones que le vengan en gana. Yo lo he hecho miles de veces, me alejé de gente que no me aportaba nada. Quizá fui mala persona. Quizá esto es karma. Al menos fui directa, dejé las cosas claras. La vida avanzó y así será ahora. No estoy para rogar a nadie, aunque me duela. Hice lo que pude. Seguiré defendiéndola, aunque me digan que es pésima en lo que hace, me digan: te lo dije, o que mis voces internas señalen trastornos. Disfruté nuestra amistad. De corazón, gracias.

Estoy en un momento hermoso de mi vida en el cual me he estado dando cuenta que no gano nada buscándome en la gente. Que me llevo mejor con quienes difieren a mí. Que las relaciones heterogéneas son mejores, reales y sinceras. Te aportan con opiniones distintas, con gustos diferentes, personalidades entretenidas. Las amistades que estoy cultivando en este momento son tan enriquecedoras como lo son aquellas que he dejado en el olvido pero en este caso, me transmiten que vale la pena luchar por ellas y conservarlas.

Mi instinto me dice que estoy donde debería estar.




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