Pánico Escénico

Antes de proseguir con mis conclusiones sobre el 2018, encuentro necesario continuar con un post que estuvo planificado desde Agosto. Inconscientemente lo aplacé, digo inconsciente porque lo he pospuesto por el conflicto y ansiedad que me causa y el echo de mi pánico escénico.
En el evento del último post que realicé en el 2018, escribí acerca del centenario de relaciones entre Japón y Ecuador y lo que fue dicho evento pero omití una situación un tanto trivial pero con un papel muy importante para mi psique. Una vieja amiga, quien me ayudó confeccionando mi primer cosplay, me pidió que modelase ese día uno de sus diseños. Nunca en mi vida lo había siquiera intentado, primero por inseguridad sobre mi cuerpo y segundo porque en el pasado me había subido al escenario a prestarme como centro de atención en distintas circunsancias y en todas he terminado llorando por los nervios. Vacilé mucho en cuanto a mi desición final pero recordé que a las fobias se las vencé enfrentándolas y no evadiéndolas así que acepté. Pasaron los meses y llegó el día, moría de los nervios y no tuve más que hacerlo. Después de haber comenzado el 2018 con tanta cosa fea, necesitaba buscar devolverme el autoestima así sea haciendo el ridículo. Me convencí a mi misma de que no sería tan malo, que sólo debía salir, caminar y volver a desaparecer en los camerinos. Para mi fortuna no estaba sola en el plan, algunos amigos también fueron invitados así que mi nerviosismo se apaciguó por unos instantes. Mi turno de salir llegó, logré conservar la calma subí los cuatro escalones, abrí las cortinas comencé a avanzar, me encontraba concentrada y entonces unos niños en la parte de abajo me gritaban -¡Hola!. En ese momento perdí la concentración y luego me fijé sobre la cantidad de gente que me estaba viendo. -Vamos Denisse, sólo sigue caminando. Una vuelta y se acabó- insistí. Entonces vi a la familia de mi novio saludándome y estallé en risa nerviosa. ¡Fue horrible! Intenté contenerme hasta llegar a los camerinos y apenas llegué aflojé mis rodillas para enterarme que estaba temblando como anciana con Parkinson. La tembladera duró una eternidad y mi corazón se salía de mi pecho. Entonces llegaron los agradecimientos y los aplasusos y al fin terminó. Al fin me relajé, tomamos unas fotitos y me cambié de ropa para poder buscar el confort de volver a ser la persona irrelevante que se me da tan perfecto ser. Ese día aprendí que el pánico escénico es un demonio policefálico. Experiencia enfrentándolo me sobra pero tiene miles de vidas. Aún me emociona pensar en el día en el que pueda hablar, cantar, gritar y etc sin miedo de que miles de ojos se centren en mi. A pesar de que terminó, sigue siendo una derrota para mi, una derrota horrible, otra situación desagradable que quisiera olvidar mas ahora me encuentro desechándolo y dándole otra forma en esta nube atemporal de información.






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