Un día tienes 13 años y te gusta todo lo relacionado con la contra cultura. Tu color favorito es el negro y por ende tu vestimenta, tu habitación y todo aquello etiquetado como tuyo tiene ese color. Te gusta el j-rock y vistes como los músicos de tus bandas favoritas. Te crees "visual" por el "visual-kei" y te piensas la gran huevada. Todo lo demás es una mierda capitalista que según tu, nunca jamás te gustará.
Pasan los años y te encuentras a ti misma cansada de limitarte con stándares auto impuestos que si bien en un momento parecían una buena forma de expresión y revelación contra el sistema que nos enjaula, te privaron de cierta libertad. Libertad que le otorgas a tu cuerpo al alejarte del estrés de tener que buscar que usar entre todos los montones de accesorios que compraste cuando aún no tenías cuentas que pagar. Libertad que le das a tu mente al permitirte abandonar ciertas reglas y prejuicios hacia los demás. Ahí, cuando despiertas y te enteras de la ambivalencia del discurso de la tribu urbana, decides dar por finalizado ese capítulo y te preguntas - ¿Por qué estoy en contra de algo que realmente no tengo idea de lo que es?
Le das una oportunidad a todo ese shampoo de información que tiene la cultura pop, de pronto te gustan nuevas cosas, nuevos géneros musicales, nuevos colores e incluso nuevos sabores. Te permites crecer en cultura visual y comienza a ser evidente la belleza del sinnúmero de combinaciones que hay en cada gama de color. Entonces, ya no hay color favorito, sino colores favoritos. Ya no existe la comida favorita, sino comidas favoritas y lo mismo ocurre con la música y las películas.
Es por eso que si me preguntan ¿Cuál es mi color favorito? Seguiré diciendo que es el negro a pesar de que lo sean todos. No sólo porque el negro abarca a todos los colores sino, por lo que representa para mi: el pasado que disfruté y no quisiera olvidar, la oscuridad enraizada que danza con la luz en mi interior, la tranquilidad que me transmite, el deseo mío de que la misticidad no sea pura simbología, el universo, y el color de las pupilas que me permiten ver lo bello y feo de este mundo decadente.
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