Volví a estudiar. En esta ocasión una carrera afín a las artes pero con mucho más tecnicismo, lucro y escala que lo que estudiaba (hablaré al respecto en algún punto en el futuro). Con esta serán cuatro semanas y en la última me hicieron leer una entrada de Xataka como tarea para la matería de Computación y Sociedad que me dejó con qué pensar.
En la actualidad, es cada vez más difícil encontrarse con personas que quieran comprometerse en el sentido literal de la palabra. Estamos invadidos de frases y mensajes que nos dicen que debemos aprovechar nuestra vida al máximo. Hacer sólo lo que nos hace felices porque YOLO, la vida es una sola y más nos vale encontrar nuestra propia felicidad por sobre todo lo demás, y en esta ideología de nosotros los millenials, dificilmente quepan las ganas de comprometernos con alguien con quien compartir el resto de nuestras vidas.
Ya nadie quiere un trabajo en el que el sacrificio del ego sea necesario. Todos queremos ser nuestros propios jefes porque simplemente no servimos para seguir órdenes que no queremos seguir porque además no nos parece. Mejor trabajemos un tiempo y usemos el dinero para viajar, pues Carpe Diem. ¿Para qué complicarnos la vida si un día nos vamos a morir? Y pues noticia, las relaciones son complicadas porque las personas somos complicadas. Cada individuo es un universo único y si bien alguien nos atrae, seguramente sus asperezas nos decepcionen así que ¿por qué mal gastar nuestro tiempo enamorándonos de un Jhonny Depp si a la final le encontraremos el perfil problemático que mataría el enganche? ¿Por qué mejor no salimos sin compromiso con todos los matches de Tinder? Si a la final en esta época, todos buscamos lo mismo: diversión y tiempo para hacerlo.
¡Morir felices y sin arrepentimientos!
Entonces, ¿por qué mejor no dejar de buscar un alguien?
Es simple. Somos animales sociales y como tales, tenemos necesidad de interactuar con otros animales de nuestra misma especie así que es inevitable continuar con el ciclo de la vida. Esa parte entre crecer y reproducirnos, porque después de todo, seguimos teniendo un cerebro de reptil que impulsa nuestras necesidades instintivas. Y no, no es necesario contraer matrimonio (que por cierto está comprobado que los verdaderos problemas de pareja surgen a partir de eso), pero a menos de que seamos neurodivergentes o hayamos alcanzado la iluminación espiritual y así desapegarnos del mundo material, no podremos evitar que nuestro lado inconsciente busque desesperadamente una pareja y para evitarnos las molestias de la búsqueda del tesoro, ¿qué mejor que un algoritmo que nos facilite el proceso de descarte? A lo mejor algún afortunado logre hallar a su persona, a lo mejor no.
A lo mejor duren hasta que la muerte los separe o a lo mejor una semana.
En la actualidad, es cada vez más difícil encontrarse con personas que quieran comprometerse en el sentido literal de la palabra. Estamos invadidos de frases y mensajes que nos dicen que debemos aprovechar nuestra vida al máximo. Hacer sólo lo que nos hace felices porque YOLO, la vida es una sola y más nos vale encontrar nuestra propia felicidad por sobre todo lo demás, y en esta ideología de nosotros los millenials, dificilmente quepan las ganas de comprometernos con alguien con quien compartir el resto de nuestras vidas.
Ya nadie quiere un trabajo en el que el sacrificio del ego sea necesario. Todos queremos ser nuestros propios jefes porque simplemente no servimos para seguir órdenes que no queremos seguir porque además no nos parece. Mejor trabajemos un tiempo y usemos el dinero para viajar, pues Carpe Diem. ¿Para qué complicarnos la vida si un día nos vamos a morir? Y pues noticia, las relaciones son complicadas porque las personas somos complicadas. Cada individuo es un universo único y si bien alguien nos atrae, seguramente sus asperezas nos decepcionen así que ¿por qué mal gastar nuestro tiempo enamorándonos de un Jhonny Depp si a la final le encontraremos el perfil problemático que mataría el enganche? ¿Por qué mejor no salimos sin compromiso con todos los matches de Tinder? Si a la final en esta época, todos buscamos lo mismo: diversión y tiempo para hacerlo.
¡Morir felices y sin arrepentimientos!
Entonces, ¿por qué mejor no dejar de buscar un alguien?
Es simple. Somos animales sociales y como tales, tenemos necesidad de interactuar con otros animales de nuestra misma especie así que es inevitable continuar con el ciclo de la vida. Esa parte entre crecer y reproducirnos, porque después de todo, seguimos teniendo un cerebro de reptil que impulsa nuestras necesidades instintivas. Y no, no es necesario contraer matrimonio (que por cierto está comprobado que los verdaderos problemas de pareja surgen a partir de eso), pero a menos de que seamos neurodivergentes o hayamos alcanzado la iluminación espiritual y así desapegarnos del mundo material, no podremos evitar que nuestro lado inconsciente busque desesperadamente una pareja y para evitarnos las molestias de la búsqueda del tesoro, ¿qué mejor que un algoritmo que nos facilite el proceso de descarte? A lo mejor algún afortunado logre hallar a su persona, a lo mejor no.
A lo mejor duren hasta que la muerte los separe o a lo mejor una semana.
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