Cascada Vilatuña

Las últimas semanas han sido muy difíciles. Dignas de un rompimiento. He dejado de lado muchas cosas porque se me hizo complicadísimo el seguir la rutina que me había planteado a inicio de año, los retos, las metas, las ganas de seguir creciendo.
El duelo.
Estaba a la espera de ir lejos de la ciudad para distraerme un poco con ayuda de la naturaleza así que el lunes de carnaval salimos con mi padre y hermano hacia la cascada de Condor Machay. Quisimos llevarle a Hoshi, mi perro que vive con mi padre, pero al llegar nos obligaron a dejarlo en el carro por primera vez desde que conocemos el sitio. Hechos al dolor continuamos con la caminata pero decidimos ir por el cendero opuesto al que se llega a Condor Machay en que nos esperaba las cascadas de Vilatuña.


 Este sendero estuvo sin duda mucho más complicado de cruzar que el otro. Incluso tocó cruzar el río sin zapatos para poder continuar con el trayecto. Habían partes resbalosas y otras en las que era necesario subir y bajar por escaleras. El agua del río Pita se veía limpia pero a pesar de ello no se veían peces en ella.




 
A final del día el paseo fue de gran ayuda para mi. Pude aclarar mi mente, meditar un poco, relajarme y darme cuenta de muchas cosas que ignoraba. Fue un grandioso escape.


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