Llegó a su cama, sintiéndose mal. Se recostó sobro su lado
derecho mientras su cabeza giraba hacia el techo. Pasaron horas y horas
hasta la mañana siguiente, en la cual su madre la encontró seca. Seca y
cubierta con sábanas rojas. La veterana levantó las cobijas temiendo que
la maldición se cobrara a sus preciada hija. Pero nada de lo que
imagino se comparó con la imagen que cubría el cuerpo quinceañero de la
menor y única hija de su familia de 5 personas. La muchacha parecía
haber sido devorada desde su interior. Un hueco enorme ocupaba su tronco
en totalidad. Sus huesos rotos y sin órgano interno alguno. La imagen
fue tan espantosa que causó el desmayo de la veterana.
Tras no saber porque su mujer no bajaba de la habitación de su hija, el anciano capataz del pueblo subió a ver que ocurría. Al entrar un terrible escalofrío consumió su cuerpo. Se paralizó por un instante hasta que logró moverse. Temblando, miró el cadáver de su hija y a su esposa tirada en el suelo. Al ver a la última reaccionó y se lanzó a ver si se encontraba bien. Llamó a Eduardo, su primogénito quien al acudir al llamado se sorprendió y no logró evitar gritar. El asombro hizo que bomitara agachándose hacia un costado. Observó entonces el entorno de la habitación y notó un rastro de sangre que iba del cuerpo de su hermanastra hacia la ventana. Corrió a ver a través de ella pero no encontraron nada.
El rumor de que la menor de la familia fue víctima de una voraz bestia corrió por todo el pueblo. Desde ese entonces las personas no podían dormir con tranquilidad. Hombres se lanzaron a los bosques en grupos a buscar a la supuesta bestia asesina sin encontrar respuesta alguna. Al no encontrar a la bestia responsable comenzaron a correr el rumor de que se trataba de algún caníbal. Las mujeres dejaron de salir de sus casas. Ningún niño se volvió a ver en las calles a partir de sexto campanaso del reloj de la ciudad. Terror en cada calle, gente desconfiando de cada uno de sus prójimos.
La sensación de tranquilidad comenzó a sentirse desde que comenzaron a colgar a cada ladrón o impostor que se encontraba.
“Todo por disposición del capataz. ¿Quien habría de juzgarle? Fue su hija, su preciada hija.”
La verdad es que el hombre quedó cegado a partir de esa noche. No dormía evitando las pesadillas causadas por el recuerdo del sádico suceso. Se llenaba de ideas crueles hacia gente inocente.
“Cualquier sospechoso será condenado a la orca”
La veterana esposa del capataz quedó en shock desde entonces. Sentada en su silla favorita, miraba a través de la ventana como si supiera algo. En esencia lo sabía. Su abuela murió de la misma manera en que su hija lo hizo. Su padre le contó un cuento terrorífico al respecto:
“Las mujeres con las rodillas en punta son hijas del demonio del bosque, tu abuela lo fue y murió una noche después de que nació mi hermano. Tu no tienes esa maldición, fuiste bautizada, mi madre no.”
Estaba totalmente claro para ella, su hija nunca fue bautizada ante los ojos de Dios.
Fin Parte 1
Tras no saber porque su mujer no bajaba de la habitación de su hija, el anciano capataz del pueblo subió a ver que ocurría. Al entrar un terrible escalofrío consumió su cuerpo. Se paralizó por un instante hasta que logró moverse. Temblando, miró el cadáver de su hija y a su esposa tirada en el suelo. Al ver a la última reaccionó y se lanzó a ver si se encontraba bien. Llamó a Eduardo, su primogénito quien al acudir al llamado se sorprendió y no logró evitar gritar. El asombro hizo que bomitara agachándose hacia un costado. Observó entonces el entorno de la habitación y notó un rastro de sangre que iba del cuerpo de su hermanastra hacia la ventana. Corrió a ver a través de ella pero no encontraron nada.
El rumor de que la menor de la familia fue víctima de una voraz bestia corrió por todo el pueblo. Desde ese entonces las personas no podían dormir con tranquilidad. Hombres se lanzaron a los bosques en grupos a buscar a la supuesta bestia asesina sin encontrar respuesta alguna. Al no encontrar a la bestia responsable comenzaron a correr el rumor de que se trataba de algún caníbal. Las mujeres dejaron de salir de sus casas. Ningún niño se volvió a ver en las calles a partir de sexto campanaso del reloj de la ciudad. Terror en cada calle, gente desconfiando de cada uno de sus prójimos.
La sensación de tranquilidad comenzó a sentirse desde que comenzaron a colgar a cada ladrón o impostor que se encontraba.
“Todo por disposición del capataz. ¿Quien habría de juzgarle? Fue su hija, su preciada hija.”
La verdad es que el hombre quedó cegado a partir de esa noche. No dormía evitando las pesadillas causadas por el recuerdo del sádico suceso. Se llenaba de ideas crueles hacia gente inocente.
“Cualquier sospechoso será condenado a la orca”
La veterana esposa del capataz quedó en shock desde entonces. Sentada en su silla favorita, miraba a través de la ventana como si supiera algo. En esencia lo sabía. Su abuela murió de la misma manera en que su hija lo hizo. Su padre le contó un cuento terrorífico al respecto:
“Las mujeres con las rodillas en punta son hijas del demonio del bosque, tu abuela lo fue y murió una noche después de que nació mi hermano. Tu no tienes esa maldición, fuiste bautizada, mi madre no.”
Estaba totalmente claro para ella, su hija nunca fue bautizada ante los ojos de Dios.
Fin Parte 1
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